Cuentas de ahorros médicos o cómo proteger mejor tu salud
Los gastos del seguro médico pueden resultar bastante significativos para una persona. Sobre todo en Estados Unidos, donde el sistema sanitario mantiene costos muy elevados, por encima incluso de los estándares de precios de muchos países europeos.
Y si además puedes y quieres permitirte una mejor cobertura médica, como por ejemplo con un plan de salud de oro o platino, entonces las facturas se elevan aún más.
Por eso no es de extrañar que muchas personas opten por una cuenta de ahorros para la salud, o que la reciban con los brazos abiertos cuando su empleador se la ofrece.
Este artículo es precisamente para ayudarte a entender cómo funcionan dichas cuentas, los distintos tipos que existen y sus beneficios al combinarlas con los seguros médicos, en función de tu planificación y del ahorro.
Comparte tus gastos con las cuentas de ahorro para salud
Las cuentas de ahorro para gastos médicos son, como su propio nombre lo indica, cuentas bancarias que te ayudan a planificar tus gastos de bolsillo por concepto de cuidados médicos. Además, te liberan de pagar impuestos por ellas, o te cobran apenas una tarifa mínima.
Hacerte con una de estas cuentas no es tan complicado. Muchas veces tu propio empleador te las ofrece, aunque tú también puedes abrir una, de manera individual.
Existen distintas modalidades de cuentas de ahorro para gastos médicos. Varían en dependencia de la cantidad de dinero que puedes ahorrar y la forma en que vas a emplear esos fondos. Cuestiones que dependen del Servicio de Rentas Internas (IRS), que autoriza y controla estas cuentas.
Según su tipología, pueden clasificarse así:
- Cuenta de ahorros para gastos de salud (HealthSavingsAccount, HSA)
- Cuenta de ahorros médicos (MedicalSavingsAccount, MSA)
- Plan de gastos flexibles (Flexible SpendingArrangement, FSA)
- Plan de reembolso para la salud (HealthReimbursementArrangement, HRA)
Cuentas de ahorros para gastos de salud (HSA)
Las cuentas de ahorros para gastos de salud o HSA son quizás las más comunes o populares entre los usuarios de los seguros médicos Miami. Específicamente, entre aquellos que poseen una póliza médica con deducible alto, pues esto es lo que te hace calificable para optar por una de ellas.
Una de sus ventajas, quizás la mayor, es que puedes conservar el dinero de esa cuenta por tanto tiempo como estimes conveniente.
Otras modalidades te exigen usar los fondos durante el año, o no te dejan guardar los que no has usado durante 12 meses. Sin embargo las HSA te permiten mantenerlos para futuros periodos fiscales mientras lo consideres necesario.
Y no solo eso: si después de cumplir los 65 años todavía tienes activa esta cuenta, puedes usar su dinero en gastos que no tengan nada que ver con tu salud, y libre de multas.
Pero, ¿de cuánto debe ser tu deducible para poder aplicar a una cuenta HSA? Para que tu seguro de salud entre en el rango de los planes con deducible alto (HDHP), el aporte anual debe ser cercano a los 1300 dólares por persona, pero esta cifra puede variar de un año a otro.
Con respecto a la cantidad de dinero que puedes ahorrar para tu cuenta bancaria, los números también son variables. Aunque los reguladores suelen fijar un límite de aportación.
Un pequeño paréntesis para el entendimiento: si en algún momento del proceso de apertura o después escuchas el nombre de «custodio» o «fideicomisario», no entres en pánico. Simplemente están haciendo referencia al banco o tu compañía de seguros, que son quienes por lo general se encargan de guardar el dinero de tu cuenta de ahorros.
Tu empleador puede aportar dinero a tu HSA
También puede manejar la información concerniente al estado de esos números. En caso de que cambies de trabajo, la HSA puede ser transferida a tu nuevo empleador o, si lo prefieres, a ti mismo.
Cuando es tu empleador quien administra la cuenta de ahorros para gastos médicos, puedes usar el dinero antes de impuestos en ella. O deducir los gastos al momento de hacer tu declaración de impuestos, en el caso de que seas tú quien abras la cuenta de manera individual.
En resumen, con una HSA puedes obtener intereses libres de impuestos, deducir los gastos por cuidados médicos calificados que pagues y solicitar tu deducción de impuestos sobre estos ahorros
Cuentas de ahorros médicos (MSA)
Por su parte, las cuentas de ahorros médicos o MSA no difieren mucho de las HSA. Aunque en este caso aplican para los que trabajan por sus propios medios o los empleados de empresas pequeñas -esas que tienen menos de 50 trabajadores- y sus cónyuges.
El monto de dinero que aportas para la cuenta bancaria está determinado por tus ingresos anuales y por el deducible de tu seguro médico. Y al igual que en las HSA, los fondos de esa cuenta son custodiados por un banco o la compañía de seguros.
Otro aspecto en común para ambas es que si cambias de trabajo puedes transferir tu MSA a un nuevo empleador o a ti mismo.
Pero algo varía aquí: con la HSA tanto tú como tu empleador pueden ingresar dinero a la cuenta indistintamente; sin embargo la MSA no admite que ambos aporten fondos en el mismo año, tiene que ser solo uno.
Otros puntos tiene en común la MSA con la HSA: también te genera intereses libres de impuestos, te posibilita deducir los gastos médicos calificados que pagues y solicitar una deducción de impuestos sobre los ahorros.
Planes de gastos flexibles (FSA)
Los planes de gastos flexibles (FSA) constituyen otra de las vías para ahorrar tu dinero con el objetivo de mitigar los altos costos de la salud. Dinero bruto empleado para gastos médicos en efectivo.
Se trata de una cuenta de ahorros antes de impuestos, ofrecida por tu empleador y válida para cualquiera de los tipos de planes de salud existentes. El hecho de que sea el empleador quien la proporcione, hace que los trabajadores por cuenta propia no sean elegibles para abrir una FSA.
Si eliges un plan de gastos flexibles entonces debes saber que una parte de tu cheque será destinada a esa cuenta. O sea, tu empleador depositará en ella una parte de tu salario antes de impuestos, durante todo el año, y tú decides la cantidad de dinero, en función del estimado de tus gastos anuales.
A propósito, el propio empleador puede aportar también a tu FSA, y en ese caso ya no será parte de sus ingresos brutos.
Este tipo de cuenta funciona de manera muy similar a una línea de crédito: puedes usarla antes de que se hayan depositado los fondos en ella. Vale precisar que algunos planes de salud te facilitan una tarjeta de débito de una FSA. En otros tienes que pagar primero, y obtienes el reembolso una vez que hayas presentado los recibos correspondientes.
Además, no necesitas mostrar documento tributario alguno para ella, pues cuando consumes dinero de ahí para un gasto médico calificado, es dinero libre de impuestos.
Con las FSA resaltan dos detalles importantes y que muchos usuarios consideran una desventaja de esta modalidad. Primero, que a diferencia de las HSA y las MSA, las FSA no aceptan una transferencia en caso de que cambies de empleo. Es decir, no las puedes llevar a tu nombre o a tu nuevo empleador si decides otros horizontes laborales para ti.
Y segundo, que sus fondos no son transferibles de un año a otro. Esto implica que perderás todo el dinero que tengas en tu cuenta y que no hayas consumido en gastos médicos para el final del año.
Plan de reembolso para la salud (HRA)
El plan de reembolso para la salud o HRA funciona de manera bastante simple: aplica para cualquier tipo de seguros médicos Miami y es un plan asociado con tu empleador. Él te lo ofrece y determina muchas cuestiones concernientes a esta modalidad de ahorro.
De hecho, es tu empleador quien aporta a la HRA, en base a una cantidad de dinero que él mismo determina. También es él quien decide las características de ese plan, como por ejemplo cuáles son los gastos médicos que califican para la HRA.
Tu empleador será además el que ofrezca los reembolsos pertinentes por los gastos cada vez que recibas la atención médica.
Debes tener en cuenta que la dependencia crediticia asociada a tu empleador es negativa en dos sentidos: además de anular tu participación en la gestión de los fondos del plan o de los cuidados de salud cubiertos, te impide transferir esos fondos de la HRA en caso de que cambies de centro de trabajo.
Por último, aunque no menos importante: para la HRA no necesitas una cuenta de banco aparte ni presentar declaraciones de impuestos, y tampoco obtienes ventajas fiscales con ella.
En este punto ya debes haber comprendido que cada modalidad de ahorro tiene sus particularidades.
Por eso en el momento de aplicar por una u otra cuenta debes considerar muchos factores, tales como tu estado de salud, tu seguro médico, tus ingresos regulares y la estabilidad de tu trabajo, entre otros.
No obstante, puedes buscar asesoría al respecto, para que tu decisión final sea la que mejores beneficios reporte para tu salud y tu economía.
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